sábado, 1 de agosto de 2020

Diario de un canino enamorado



Yo no entiendo a los humanos, se creen los dueños del mundo, y lo respeto, mucho tenemos que aprender de ellos, pero, somos seres como ellos, no humanos, pero si animales, todos sentimos y amamos aquellos que nos importan, sufrimos cuando estamos tristes, si, nosotros, los demás animales también.

 Me sorprende la poca confianza que nos tienen a nosotros, los caninos, eso que somos sus más fieles compañeros, somos capaces de dar la vida por ellos, sin pensarlo ni un segundo, porque para nosotros, sin ellos no hay vida.

 Algo curioso me ocurrió en el que no encuentro explicación. Mis amitos y yo, nos cambiemos de hogar y fuimos a un pequeño apartamento, en el que en el piso de al lado, había una hembra, muy hermosa ella, pero muy mal humorada también, no me acercaba ni dos pasos, que ya me gruñía y me quería atacar… sinceramente, me daba miedito, ya cuando la veía, me escondía con velocidad, ya que su genio, no iba a tardar en aparecer.

 

Acabo de cumplir cinco años, en el idioma de los humanos treinta y cinco, ya no soy un cachorrito, en ocasiones, me llega esa necesidad de hembrita, en el que no puedo definir con exactitud, ya que jamás he tenido oportunidad de guiarme por ella, solo sé que tengo necesidad de placer, pero no me dejan ejercerle.

 Un día para mí sorpresa, esa hembrita, sí, la vecinita, se veía muy sexy, por primera vez, no me enseñó los dientes, más bien se quería a mí acercar y jugar. Yo me asusté, no sabía qué hacer, y lentamente, me acerqué, la olfateé, yo me dejé hacer también, empecemos a correr y a jugar también en el parque, tenía un aroma distinto, estaba muy seductora. Mis amitos y yo la acompañemos a ella y sus papis,  hasta la puerta de su casa, me invitaron a entrar, y pasar un rato allá. Pero mi amita no podía, y mi solico me daba cosita, así que para mi casa otra vez.

 

Pero la escuchaba, sentía su olor, como me buscaba, me ansiaba, le suplique a mi mami, fuimos a verla, a ella y a sus padres, todos en el salón, los humanos con café en mano, y nosotros jugando, deseando algo más… pero era algo nuevo para los dos, no sabíamos bien, que hacer. Personalmente la naturaleza me indicaba, pero era algo extraño, porque ella, la hembra quería hacerle de macho, ahí no, por ahí, a mí, no, mi cola protegía, e intenté explicarle a ella, que hacer… pero no se dejaba, eso que lo ansiaba, pero ignoraba. Bailemos a dos patas, le di besitos en la cara… después lo volvimos a intentar… está vez sí se dejó hacer, como tiene que ser…. Pobre, se asustó y chilló, pero ya después todo cambió, ella estaba más tranquila, deseosa de esa necesidad, sin aviso, algo ocurrió, sentí un placer desconocido todo quedó en silencio, nuestros dueños nos miraban perplejos,  sin aviso nos quedemos pegados, yo sentía esa hermosa hembra, nerviosa, no podía permitir eso, la besé en la mejilla, en el hocico, con ternura, con amor, con una mirada que indicaba “¿Estás bien?” ella me contestó positivamente. Al rato, nos desenganchemos. Poco entendíamos que había pasado, pero estábamos agotados, y a descansar hasta la mañana.

 

Los días posteriores fueron muy semejantes, hasta que un día ella, no tenía más necesidad, pero no me importaba, yo solo quería verla,  estar con ella, y sus papis me permitían visitarla, y nos poníamos a jugar. Antes, a mí me gustaban todas las hembras, ahora ya solo quiero estar con ella, cuidarla, protegerla, sí, por ella soy capaz de atacar a quien más amo, a mi papi, sin lastimarle, pero si marcándole, tengo que cuidar a mi princesa, protegerla, porque ella es la reina de mi corazón, eso no va a cambiar ni ahora ni nunca.

Todos me felicitan, no sé porque, dicen que voy a ser papá, no sé qué significa, pero no importa, yo ahí voy estar… Luego dicen los humanos, que nos llevamos por nuestros instintos, sin cuidado ninguno, estoy marcando la realidad, ellos se equivocan, tenemos sentimientos, sentimos, amamos, y cuidamos de lo que más queremos, humano o animal, es igual.

Escrito: 26 de marzo del 2015

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