miércoles, 13 de mayo de 2020

Diario personal: La revelación 13 años después




Curioso el titulo ¿verdad? Es que tenemos que echar marcha atrás al pasado, 13 años atrás para ser exactos, mes mas o mes menos. Algo que tenía bloqueado, escondido en mis adentros, en mi psicología, en las profundidades de mi cerebro, que ayer, sin ninguna explicación consciente, flotó en mi mente, ¿será que estoy leyendo el “muñeco de nieve”? ¿será que empezado hablar con un psicólogo y están fluyendo temas delicados? Yo tiro mas lo segundo que lo primero, aunque quien sabe, quizás lo primero no es del todo inocente.

Demasiado bien ya conocéis todos mis casos de acoso, no se porque estaba en la certeza, que siempre callé, que nunca les había confesado nada a mis padres “Porque no serviría de nada” “porqué no quería preocupar a mis padres” al fin de cuentas la cosa no paso a mayores simple acoso... su palabra contra la mía, con el pasar del tiempo y las experiencias vividas, no iba tan mal encaminada, la justicia poco hace, mejor dicho nada hace, con casos de acoso como el mío, como bien formulaba 13 años atrás, su palabra contra la mía, sin violencia, la policía no actúa.... lamentablemente ya lo he comprobado mas de una vez.


¿A dónde quiero ir a parar con todo esto? Como bien he dicho en lineas más arriba, estaba en la certeza que mis padres ignoraban todo mi acoso, pero de la nada, apareció en mi mente que no fue así, mi primer acaso de acoso, Sebastián , se lo dije a mi madre, ella solo me metió aun más el miedo en el cuerpo, le dije lo sucedido, ella me respondió con: “hace dos noches vino, eran las nueve pasadas, vino en tu búsqueda, para que le acompañarás algún lado” de ahí, ya, no volvimos hablar mas del tema, nunca se hizo nada al respecto, o si se hizo jamás me informaron, pero la revelación de ayer mismo, trece años después, es que no callé, yo hablé, en el momento justo, el momento indicado, y nunca se hizo nada por ello, en mis siguientes casos de acoso, inconscientemente decidí callar “ni la justicia policial va hacer nada, y mis padres tampoco” El Abuelo él si me toco, me toco el pecho y al defenderme, al gritar que me dejará poniendo mis brazos como barrera, se río y se burlo de mi. Consciente mente callé pensando que no quería meter en un lío a los monitores del centro, inconscientemente, “¿De que serviría?”

Hubo otro caso de acoso en ese centro, no otro monitor, sino de un compañero, tenía discapacidad intelectual, pero sabía demasiado bien lo que hacía, cuando se me puso encima, yo sentada en mi silla de ruedas manual, el de pie, con cada una de sus piernas a cada lado de la silla, así que si levantaba la vista era como si tuviera un gigante encima de mi, un gigante que se iba sentando sobre mi cuerpo intentando tactar lo prohibido “¡¿O te vas o grito?!” fue suficiente para que echara a correr. Tiempo después en ese mismo centro estaba yo en la sala de ordenadores, con una de las monitoras, cuando entro ese chico y cerró la puerta. Nos acorraló, a esa monitora y a mi, intenté atropellarlo con la silla, pero me esquivo, la puerta cerrada y detrás los ordenadores, estábamos atrapadas “¡abre la puerta o grito!” le indico la monitora, a punto estuvo de ponerse a gritar, cuando él abrió la puerta, la monitora empujo mi silla hacia fuera, ella se quedó con él dentro, que recibió algún tocamiento inadecuado, antes que llegaran refuerzos. Esa vez, recuerdo que sí, se lo dije a mis padres, la respuesta de mi padre fue “voy a ir un día, le voy a coger, en un murmuro le voy a decir “como vuelvas a tocar a mi hija, te la corto” recuerdo que esas palabras me hicieron sentir bien, pero no paso a mayores, ni hablaron con los monitores ni nada, solo fueron palabras y esas se las lleva el viento.


 

Sufrí dos casos mas de acoso sexual, pero ya no les dije nada ¿para que? Mi cerebro lo sabía bien... el penúltimo me libré yo solita “se lo he dicho a mis padres” ya dejó de acosarme, y el último, fue mi esposo que actuó, él si, que actúo.

Mientras escribo estas lineas, mi mente es un torbellino de recuerdos, contra más escribo, más me reafirma la idea, de que yo no callé, yo hablé de nada sirvió, porque ni la justicia, ni mis padres, hicieron nada por calmar mis miedos, mi cerebro decidió bloquear la realidad, formando una mentira que me culpabiliza. Años después me desvela la realidad, una realidad, que es más dolorosa, que el propio acoso.


¿Vosotros que pensáis de esta nueva revelación? ¿Creéis que estoy haciendo un drama de todo esto? ¿O realmente es significativo? Jamas han llegado a violarme pero me ha afectado como tal, me gustaría saber vuestra opinión si tengo motivos para ello o no.

Escrito: 22 de julio del 2018
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