miércoles, 26 de enero de 2022

Carta de un narcótico rehabilitándose

 



Nunca pensé que escribiría estas líneas, tengo que confesar… Siempre he mirado por lo bajo a esas personas, a todos vosotros, a todos aquellos, que os drogabais, pero el mundo es curioso y da muchas vueltas… uno acaba, en situaciones que menos espera… en aquello que más detesta.

 


Jamás pensé que acabaría igual teniendo problemas de drogas, y no hablo de alcohol, ese ya pasó a segundo término, o tercero quizás, hablo de drogas, drogas duras, siempre tuve la idea de que quien las tomaba, era por diversión, y si no las dejaba era porque no le daba la gana… pero la vida me ha dado un golpetazo de la misma medicina, ahora detesto aquellos que me ignoran, que me giran la cara, que me juzgan, sin conocer mi realidad, solo se basan en eso pequeño detalle, sin querer ver más allá de lo rehabilitada que estoy.

 

No voy a decir, que nada de esto me merezco, sabía que jugaba con fuego, y acabé achicharrada, no es necesario, que los demás me giren la cara, me lo recalquen con sus miradas y reproches, no me hace falta, que me insulten por la calle, o me griten drogadicto, no es necesario que me juzguen en cada paso que doy… ya me juzgo más que suficiente, yo misma.



Es tan difícil, que vuelvas a confiar en mí, yo mismo tengo mis propias dudas… ¿Hasta cuándo aguantaré? ¿Qué detonante me volverá a tirar al suelo? Cada caída es más difícil de levantar… algo en mí, ya no vuelve a estar igual, sino peor, cual será aquella, que me hará imposible volver a iniciar… yo mismo enfadado conmigo mismo ¿Qué diablos tiene que pasar, para que no vuelva a consumir más? Antes no lo entendía, pero estar en esa misma piel, me hace entender… la gravedad de la enfermedad de que sufrimos los narcóticos, “llevo meses sin probar una raya, ahora una no pasa nada” Sí, sí que pasa, ya ni cuento las veces que he dicho esa frase, después de esa raya, no he podido parar, haciendo la recaída e inevitable, cada vez más complicado  de superar.

 


Tengo que pedir perdón a tanta gente, y para comenzar vosotros que estáis igual que yo, realmente sois de admirar, por luchar día a día en contra del demonio, después a mí mismo, por no valorarme como es debido, y no tener en cuenta, de todo lo que soy capaz, por salir de esta horrible enfermedad. No debo avergonzarme de las recaídas, son parte del proceso, siempre y cuando, mejore más en cada uno de ellas, sí, creo que es así… ya llevo más de un año, sin un resbalón, sin una raya, tuve que internarme seis meses, los otros seis, en casa, lo conseguí, aunque el mal mirar, mal hablar de la gente, eso es lo peor, y lo que siento que jamás voy a cambiar, por muchos esfuerzos, mostraciones, siento que jamás, cambiarán lo que piensan de mí, ya que de la misma manera, yo hubiese echo igual, lo que hace la ignorancia, solo se entiende, cuando estás pasando por lo mismo, cuando estas en la misma piel, de aquel que críticas, sin saber, sin tener idea de nada.

 

En parte lo entiendo, pero también pienso, que hay dos tipos de drogadictos: “los que aceptan que tienen un problema (enfermedad) aun con sus caídas, recaídas, y levantadas, hacen todo lo posible, por salir de ese profundo pozo, y mejorar” y “los que no aceptan su enfermedad o les es igual, se drogan, día sí y día también. A ese segundo grupo, les llamaría drogadictos, al primero: personas con enfermedad de drogadicción, merecen que se les extiendan la mano, y esa segunda oportunidad que todos merecemos. ¿Al segundo grupo? Tiempo, a que ellos mismos lleguen al primer grupo, para esa oportunidad… Con todo esto aprendí, que no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado, a la misma, no me pueden ayudar, si no quiero serlo… es injusto e inhumano, que hagamos sufrir a quien más queremos, por nuestra equivocación…


Escrito: 26 de enero del 2022

Mas material de la autora: El rincón de Vane

Página de facebook: Mi mundo en las drogas

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